martes, 9 de julio de 2013

BCN.ENERGIA. Primer contacto.

Carlos nos explica cómo han sido sus primeras horas en Barcelona:


  Bueno parece ser que por fin comenzamos con las actividades de los Campus Científicos de Verano aquí en la UPC.

Ayer llegamos en un lento goteo de participantes en el que poco a poco hemos ido conociendo al resto de alumnos que tomarán parte en esta experiencia así como a nuestros monitores.

  Yo personalmente llegué en avión y tras todo el día de viaje en mi periplo desde Tenerife, al llegar a Barcelona no sabía muy bien que esperar, la alegría de por fin haber sido seleccionado para algo se mezclaba con preocupaciones como el miedo a descubrir que el resto de participantes fuesen unos genios y yo el único que no se enterase de absolutamente nada.

  Sin embargo y por fortuna en la espera en el aeropuerto, mientras aguardábamos a que terminasen de llegar los seleccionados  que venían en avión,  cualquier tipo de temor se disipó y los allí presentes descubrimos entre risas que todos habíamos salido de casa con la misma preocupación.

  Desde el principio se dió un ambiente amistoso y todos parecimos encajar bien.

  Una vez más tuve esa misma sensación que nunca dejará de sorprenderme, que tiene uno cuando se encuentra a gusto, de llevar muchísimo tiempo aquí, pese a que no hacían más que unas horas y aunque en un principio pensé que la espera en el aeropuerto iba a ser terriblemente tediosa, realmente ahora agradezco la posibilidad de haber podido disponer de unas horas para empezar a conocer a los demás sin la presión de las actividades y el calendario prefijado.

  Una vez nos encontramos todos en la residencia y tras haber cenado y haber escuchado por décima vez las normas que debíamos cumplir, como primera toma de contacto iniciamos un juego.

  Consistía en que divididos en grupos, un miembro de cada equipo debía hacer entender bien gesticulando bien mediante un dibujo al resto de miembros de su grupo que invento le había sido asignado previamente, en un rango que abarcó desde el lápiz al rayo láser, pasando por la imprenta o la máquina de vapor. Tras haberlo adivinado el grupo recibía puntos extra por la información que pudiesen aportar sobre el mismo (Inventor, época, funcionamiento etc.) y con opción a rebote o añadir información por parte de los demás equipos.

  En un ambiente de competencia sana (del cual me debo obligado a recalcar la objetividad, imparcialidad y rigor en el reparto de los puntos por parte de los monitores), debo decir que secretamente me sentí satisfecho de comprobar que en todas las ocasiones siempre alguien era capaz de aportar algún tipo de información.

  Además en un juego que se presumía eminentemente memorístico, no tardamos en comenzar, ante la desesperación de los monitores,  a utilizar el ingenio y la imaginación para resolver cuestiones de las que no teníamos ni idea. Imagino que en algún momento, ante la poca coherencia y lógica de nuestras respuestas, pensarían "¿Y estos son el futuro del país? Pues que futuro más negro nos espera… ". A mi sin embargo me devolvió en parte la fe en mi generación, después de todo, cualquiera puede aprender datos de memoria, pero son las ideas lo que mueve el mundo y qué se le pide a un científico sino la capacidad de encontrar soluciones y de hacer conexiones poco evidentes entre las cosas, que tuviesen sentido o no, poco importa al fin y al cabo.


Escrito por: Carlos Hernández Hernández.