6 días, 144 horas, 8640 minutos o 518400 segundos, da igual como se ponga, el caso es que ha sido un tiempo que se ha quedado grabado en cada uno de los componentes de este Euskampus 2012. Es increíble que en menos de una semana se pueda coger tanta confianza con una o varias personas que no es normal ni para los más grandes amigos de la infancia. Compartir experiencias con gente a la que le mueve las mismas inquietudes que a ti, con sentido del humor, gente amable, inteligente, ha sido maravilloso; en definitiva, han sido compañeros, compañeros de verdad. Todo nuestro esfuerzo puesto en cada uno de los proyectos que hemos realizado han dado sus frutos hemos podido exponerlos ante todos nuestros compañeros y ante los profesores que tanto nos han apoyado a lo largo de toda esta semana. Hemos conseguido nuestro objetivo y hemos tenido la gran oportunidad de poder trabajar mano a mano con gente tan preparada.
A pesar de haber tenido tantas horas de trabajo, en las cuáles sólo nos hemos podido comunicar con los compañeros de grupo, hemos conseguido integrarnos todos y tener momentos grupales. Cada uno va a llevarse recuerdos diferentes, puntos de vista del campus diferentes, pero todos nos llevaremos parte de unas cuantas personillas metidas dentro de nosotros, que jamás podrán salir.
Pensad un momento en el domingo de llegada, todos muy cortados, tímidos, aletargados, reservados y sin embargo, esa misma noche era como si nos conociéramos de toda la vida, nos hicimos cómplices, confidentes, compañeros de risas y emociones; nos hicimos amigos. Si ahora mismo me dijeran que si hubiera preferido otro proyecto, diría sí, sin pensármelo dos veces. Sí, siempre y cuando cada uno de vosotros estuviera también conmigo. No importa qué se haga, sino con quién.
Y ahora ya, después de seis días tan cortos, pero a la vez tan intensos, ya está, fin, se acabó esa esperada primera semana de julio. Adiós a lo que tanto hemos deseado que llegara, adiós por lo que tanto hemos luchado, adios a los nervios de conocer gente, de aprender nuevas cosas, de saber más por la ciencia, de investigar y profundizar campos; adiós a los experimentos fallidos, a las cuentas erróneas, a los profesores, a las horas de trabajo; adiós a las risas del autobús, a nuestros bailes, a las canciones, a los chistes, a las bromas a los demás; adiós a las partidas de Trivial, a la máquina de café, adiós a los partidos de futbolín y ping-pong; adiós a la última noche; adiós a cada uno de los acentos…
Adiós a todos, amigos, nunca olvidéis esto, suerte en vuestras vidas y sabed que siempre nos quedará Bilbao.