domingo, 24 de julio de 2016

LPM: La fórmula de los Campus Científicos



Cada semana se renuevan los participantes y con ello su aporte de energía indestructible e ilusión infinita; un sumatorio que integra la búsqueda de su vocación científica.
La ciencia debería significar siempre el placer de descubrir, el sentirse a gusto con las incertidumbres, mirar el mundo con otros ojos, querer sentir, experimentar, querer descifrar el porqué y el cómo de los procesos. La ciencia debería ser una actitud, una actitud curiosa, un juego al que todos podemos jugar y que nos engancha. Esa es la finalidad de los campus científicos.
En el Campus Triatlántico Continental en Las Palmas es una incógnita que poco a poco tienen que resolver en forma de proyectos de inmersión en diferentes ámbitos como el de los mamíferos marinos, la oceanografía, las enfermedades tropicales o la observación del universo.
A la llegada escalonada de los penúltimos participantes se sumó la calima, partículas en suspensión de arena proveniente del Sáhara.
El primer día estuvo marcado por la bienvenida y una visita al Banco Español de Algas que tiene como objetivos básicos el aislamiento, identificación, caracterización, conservación y suministro de microalgas y cianobacterias más presentes en nuestra vida cotidiana de lo que pensamos.
El martes, los participantes disfrutaron de una salida en barco por las aguas del Océano Atlántico, una oportunidad para conocerse entre el avistamiento de delfines moteados y toma de muestras de plancton.
Durante los días siguientes, el grupo de Astrofísica se desplazó al Observatorio Nacional del Teide donde, pese a que las condiciones atmosféricas impidieron visualizar uno de los mejores cielos del mundo, los participantes bombardearon a preguntas existenciales sobre cosmología, la creación del universo, los agujeros negros, la teletransportación cuántica a los profesores que con paciencia intentaban dar respuesta una a una a todas ellas.
Tras 5 días juntos, igual que la corriente enseña el camino hacia el mar, esperamos que la experiencia les lleve a conocer la vida universitaria. Un camino que ha estado plagado de risas y  anécdotas que hemos recordado durante la última noche con la certeza de que lo más importante es la calidad de las relaciones humanas que han forjado estos jóvenes que tienen el mismo gusto y que saben valorar la experiencia que con su esfuerzo se han merecido.
Podríamos decir que la fórmula química de los campus es un equilibrio en el que se une la ciencia y la juventud para formar la nueva generación que tendrá la clave sobre nuestro futuro.
¡Muchas gracias por compartir esta semana con nosotros!