Finalmente el temido día llegó.
Después de quince días de convivencia, de compartir grandes momentos, llegó el momento de decirse adiós.
Los llantos y los abrazos se extendieron por todos los niños. Nadie quería irse, nadie quería finalizar esta experiencia, nadie quería despedirse de sus nuevos pero ya grandes amigos. No podía ser, esto tenía que continuar, las bromas, las tonterías, las cosas importantes... ¿qué iban a hacer ahora sin todo eso?
Las lágrimas se multiplicaban y expandían como la energía del uranio bombardeado con neutrones. Tanto es así que hasta los monitores tuvimos que distanciarnos un poco para que no diera la onda expansiva y poder aparentar que no teníamos tanta pena como ellos.
Estos días han sido inolvidables, tanto para ellos como para nosotros. Los niños nos agradecían a los monitores todo el el esfuerzo invertido, y nosotros a su vez les agradecíamos sus agradecimientos, pues son precisamente esos gestos los que nos dan fuerzas para hacer todo lo que hacemos. Quizá ellos se crean que salen ganando, pero los que en realidad ganamos somos nosotros, porque cualquier trabajo es poco si lo que recibes a cambio es la certeza de que has hecho feliz a otra gente, y este caso, la tenemos.
Aún con las caritas rojas y empapadas, cada grupo puso rumbo con un monitor a sus respectivos lugares de salida: estaciones de autobuses, trenes y aeropuerto. Algunas horas más tarde ya estaban todos haciendo el camino de vuelta a casa, quizá con lágrimas en los ojos, sí, pero con grandes sentimientos en el corazón y con la promesa interna de volver a ver a aquéllos desconocidos que, de repente, se convirtieron en sus grandes amigos.
Después de quince días de convivencia, de compartir grandes momentos, llegó el momento de decirse adiós.
Los llantos y los abrazos se extendieron por todos los niños. Nadie quería irse, nadie quería finalizar esta experiencia, nadie quería despedirse de sus nuevos pero ya grandes amigos. No podía ser, esto tenía que continuar, las bromas, las tonterías, las cosas importantes... ¿qué iban a hacer ahora sin todo eso?
Las lágrimas se multiplicaban y expandían como la energía del uranio bombardeado con neutrones. Tanto es así que hasta los monitores tuvimos que distanciarnos un poco para que no diera la onda expansiva y poder aparentar que no teníamos tanta pena como ellos.
Estos días han sido inolvidables, tanto para ellos como para nosotros. Los niños nos agradecían a los monitores todo el el esfuerzo invertido, y nosotros a su vez les agradecíamos sus agradecimientos, pues son precisamente esos gestos los que nos dan fuerzas para hacer todo lo que hacemos. Quizá ellos se crean que salen ganando, pero los que en realidad ganamos somos nosotros, porque cualquier trabajo es poco si lo que recibes a cambio es la certeza de que has hecho feliz a otra gente, y este caso, la tenemos.
Aún con las caritas rojas y empapadas, cada grupo puso rumbo con un monitor a sus respectivos lugares de salida: estaciones de autobuses, trenes y aeropuerto. Algunas horas más tarde ya estaban todos haciendo el camino de vuelta a casa, quizá con lágrimas en los ojos, sí, pero con grandes sentimientos en el corazón y con la promesa interna de volver a ver a aquéllos desconocidos que, de repente, se convirtieron en sus grandes amigos.
Ya han pasado 15 días.
Es lo que llevamos desde ayer pensando.
Algunos os habéis ido por las vías.
Y otros... volando.
Desde el día de las presentaciones.
Todos hemos cambiado.
Juegos, risas, clases y canciones.
Ha sido un campus soñado.
Por las mañanas genética, materiales, criptografía y computación.
Duro trabajo hemos hecho.
Por la tarde visitas y habitación.
Y por la noche "nos partimos el pecho".
Para terminar y aunque os hayáis ido, no queremos llorar.
Porque no creemos que sea necesario hacerlo.
A ninguno os vamos a olvidar.
Y a cada uno de vosotros, esperamos volver a verlo.
Para que cuando nos leáis no solo penséis en nosotros sino con nosotros.
Encontrad el error.
Paso1. a=b
Paso2. a*a=a*b
Paso3. a*a-b*b=a*b-b*b
Paso4. (a-b)*(a+b)=b*(a-b)
Paso5. a+b=b
Paso6. 2*b=b
Paso7. 2=1
