Se podía escuchar el ruido de los platos y las cacerolas provenientes de las cocinas de la Posada Mayor. No cabía duda, el desayuno estaba listo y pronto estaríamos ahí para degustarlo.
Tras unos días de descanso, vuelta al trabajo. Los participantes fueron a sus respectivas torres de conocimiento, a meterse de lleno en el mundo del aprendizaje de cosas desconocidas para la práctica totalidad de humanos de su edad.
Por la tarde más aprendizaje, y más aún cuando un sabio erudito reunió a todos para explicar la magia que encierran unos números especiales, los números primos, sin los cuales, nuestra vida sería más diferente de lo que pensamos.
Ya con nuevos conocimientos adquiridos, volvimos a la Posada Mayor para cenar y realizar un juego acorde con las condiciones meteorológicas de Sevilla en pleno julio: ¡una gymkhana de agua!
Los participantes tenían que superar 10 pruebas llevando un vaso de agua en la boca para finalmente vaciarlo en una botella, todo ello sin manos. El equipo que pasado un tiempo más llena tuviera su botella ganaría, y por tanto, obtendría el premio gordo: una bolsa llena de globos de agua.
La guerra de agua no se hizo esperar, globos volando, traicioneros chorros que salían de botellas de plástico, pequeños chaparrones provenientes de vasos… Al final todos acabamos empapados, pero eso sí, muy contentos.
Una vez cambiados y secos, nos fuimos al camastro. Como todos los días, el sol saldría de nuevo a la mañana siguiente y teníamos que descansar para recibirlo con energías.
