Cuando llegamos el domingo al Campus Mare Nosturm los nervios recorrían nuestro sistema nervioso, el miocardio se nos aceleraba y nuestros ojos buscaban atentos una mirada amiga. Ahora, después de ese primer día, somos treinta personas en perfecta simbiosis, personas (o futuros científicos) repletos de aspiraciones, sueños y ganas de aprender.
Los acentos se mezclan en el ambiente, y un nombre y una ciudad fueron suficiente presentación para una semana que ya es inolvidable.
Todos los días hemos trabajado en nuestros proyectos, nos hemos puesto nuestras batas blancas y los guantes de látex y nos hemos sentido científicos; hemos cristalizado agua, degustado meriendas, trabajado con ondas y creado moléculas fluorescentes. ¡Hasta hemos salido en la tele como unos alumnos excelentes! Ya pueden estar orgullosos nuestros padres...
De los proyectos aprendemos durante el día y de las personas nos empapamos durante la noche, en términos científicos, la perfecta mezcla homogénea entre nuestra curiosidad y las ganas de divertirnos. Ya lo decía Einstein: "es un milagro que la curiosidad sobreviva a la educación reglada". Y por eso estamos aquí, para aprender de una forma diferente y compartir momentos irrepetibles.
Somos un grupo de treinta pequeños científicos que nunca se olvidarán.
Carlota Ortega.