Todo lo bueno tiene un final
¡Malos días! El campus toca a su fin y no se quieren ir los participantes. Tras el desayuno, y con espátula, los vamos despegando y devolviendo a sus lugares de origen. Desfile de miradas tristes marchan por los pasillos y el salón, el ruido de las ruedas de las maletas rebota en el vacío que dejan las habitaciones y un sentimiento de resignación flota en el ambiente.
Pero este no es el final. Con las nuevas tecnologías mantendrán el contacto con los amigos que han hecho en el campus, guardarán las imágenes y los vídeos de las experiencias que han vivido y recordarán lo vivido aquí.
La tristeza que sienten hoy es fruto de todos los lazos que han conseguido trenzar con sus compañeros, consecuencia de lo bien que lo han pasado aprendiendo con sus profesores, realizando sus proyectos y viviendo experiencias que combinan responsabilidad y ocio. Siempre les quedará el recuerdo de lo vivido aquí. Y.... ¿quién sabe? Quizá alguno vuelva como monitor...
